sábado, 29 de abril de 2017

La llegada

Despierto y es otro día,
el sol me muestra las cosas
más claras,
como si se hubieran vuelto
nítidas durante la noche.
No vas a leer este poema,
no vas a saber
ni siquiera que lo escribo.
El viento mueve las hojas
de las plantas
con tanta fuerza
que no sé.
Quiero salvarlas a todas,
pero puedo quedarme quieta
y esperar
que el destino sea lo que es.
Y cuando la voz del poema
te hable,
no digas nada.
No sabés lo poderosa
que puede ser la tierra
cuando recibe.





martes, 25 de abril de 2017

El tala

Me asomo a la ventana
de la casa donde el patio es un monte.
Tengo puesto un saquito,
tela de algodón dulce.
Sale humo de la taza de compota que preparé,
ya es otoño.
Sobre los pastos secos en la huerta
los tordos negros, pequeñitos
uno a uno
como abejas que planean
y así, unos benteveos
aleteando fuerte
pían mientras picotean la hierba,
el resto de la cosecha.
Veo a los pájaros
saltar como si bailaran
sigo de pie frente al vidrio.
No puedo moverme
quiero que ahí permanezcan.
Poder verlos,
hacer su fiesta sobre el yuyal.
Pican y vuelan
pican y vuelan,
los benteveos
están armando sus nidos.
Los tordos van detrás.
Entonces me acuerdo del tala
que apareció atrás
alto y sin una hoja,
después de la poda del cañaveral.
Tronco grueso, añejo y noble
custodiaba la casa.
Los pájaros se acercan
pero el árbol aún no está listo.
Mientras la luz se apaga
él los ve pasar igual que yo.
Inmóviles, los dos
esperamos el secreto
que asoma por esos brotes verdes
que puedan decir,
tengo un corazón
he vuelto,
puedo sostener mi propia casa.