jueves, 4 de mayo de 2017

Escritura


Tengo por primera vez en casa
el escritorio de mi madre.
Por qué digo mi madre
y no mamá,
si digo mamá es como llamarla
y no tendría sentido,
no va a responder.
La madera lustrada, clarita y brillante
queda muy bien
con el verde de las plantas
que elegí para el living.
Pero ahora
mientras escribo
estoy sentada en la mesa que da a la ventana,
en la mesa de espaldas
al escritorio que era de mi madre.
Voy a preferir no verlo
mientras escribo.
O quizás pueda dibujar alguna hoja blanca
intentar reconocerlo
aunque él, no me conoce.
O quizás pueda moverme,
ir hacia él, acomodar mi silla
sentirlo cerca, tocar la superficie
esas marquitas que parecen trazos,
como si viera ahora
las manos de mamá creando algo.
Y quedarme ahí, otra vez
al lado de mi madre.



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