domingo, 30 de julio de 2017

No sé si te dije


Hay algo que no se pierde.
No sé si te dije,
pero el otro día, mientras ella
caminaba por la vereda
por primera vez con nieve para nosotras,
le vi el paso, igual,
como si llevara tus pies, mamá.
Debe ser por eso que a veces tengo tanto miedo.
Pero hay algo que no se pierde, me digo,
recuerdo, creo,
puedo conquistar el cielo.
Quiero creer que ese resto de aire
que dejo salir cuando estoy riendo
como si fuera un pequeño grito, es una marca del goce,
un agudo que suena a tu risa.
Hay algo que no se pierde,
¡buen día! hay pan para tostadas y mermelada casera,
hasta luego, besos Ma.
Hay algo, diría
esta vez que te escribo veo el cielo
por ejemplo, más claro.
Es mentira, si hay nubes, igual
puedo ver el cielo que tenga ganas de ver.
¿Hay apuro?
decime mamá, ¿tengo que llegar ahora a alguna parte?
¿tengo que olvidar algo? ¿es necesario?
¿tengo que perderlo?
¿hacer de cuenta que no amé nunca?
No sé,
a veces lo que extraño no es visible,
no hay una escena.
¿Es real entonces,
que no haya rastros?
¿La única forma de volver a amar es esa?
Lo que se pierde
es lo mismo que se devuelve.
Y podría no ser un sacrificio.
¿Estás cerca?, tu alma, digo, ¿tanto
como para verme?
¿para celebrar conmigo la posibilidad
de haber perdido lo que perdimos,
para ahora recibir esta vida?
Hay una mano, casi desconocida,
que podría tocarme.
Hay algo que no se pierde.




(Ph: Ángeles Peña)

miércoles, 12 de julio de 2017

Cuba

Te escribo
solo para decirte
que quisiera recordar, como vos
una isla.
La costa brillando, segura
mientras las canoas traen peces,
corales, algas, perlas,
amplias aletas de bichos del mar.
Una isla donde una niña
salta de una balsa al agua,
nada hasta la orilla
si quiere, si lo desea
o puede quedarse suspendida,
en ese quiebre del sol con el mar,
en la transparencia con el cielo.
Y no sé si pedí por eso,
pero te escribo
solo para decirte
que sus manos parecían de oro.
Y eran lentas
como cangrejos perdidos,
cangrejos que aún se mueven,
que no soltaron la vida.



(imagen A. Tarkovsky)

miércoles, 5 de julio de 2017

Constelación

A Cecilia Fanti

El camello muere sin su madre.
El mono nace y se apoya en su pecho
para aprender el ritmo del latido
y después, vive.
¿Supiste lo que dolía?
Una muerte no es más que un quiebre
en la matriz de una posible historia.
¿Supiste a quién seguir
o de dónde volver?
No hay un punto de retorno.
Mi amiga bordó para mí
una frase,
sé que el cosmos cuida a todos por igual,
en rojo y sobre un cielo negro de noche
en medio de estrellas.
La sangre traza un destino,
mitad luz, mitad sombra.